Por Elsa Schvartzman (*)
Un Estado laico debe tener políticas públicas para habitantes de distintas creencias religiosas, o para quienes no las tienen; políticas públicas que defiendan los Derechos Humanos para las mujeres, y por tanto no puede seguir soslayando el derecho al aborto seguro, con el mismo grado de garantías que los demás derechos civiles, políticos, culturales, económicos y sociales.
La historia de la lucha por la legalización del aborto en la Argentina tiene décadas, con momentos de diferente reconocimiento, amplitud o encierro en los núcleos más duros de la resistencia feminista. Esto implicó mayor o menor articulación e integración con nuevos actores. Las mujeres en la demanda del aborto legal, unificando voces, salen de una decisión individual de resistir al orden establecido hacia una lucha que las constituye como sujeto de derechos, con posibilidad de exigencia.
Con la conformación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se ha dado fuerza y visibilidad al trabajo histórico contra la opresión que se viene realizando con las distintas acciones de cada sector involucrado. Esta articulación, también desde la pertenencia, ha logrado posicionarnos en el debate público como interlocutoras válidas y dialogar con los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo, con los movimientos sociales, los partidos políticos, los efectores de salud, las universidades. Fue convirtiéndose en un actor social cada vez más convocado y reconocido. Insoslayable en la toma de posición, en la recuperación de la historia y conquista de nuevos derechos y en la exigencia del cumplimiento de los abortos considerados legales por la normativa existente.
En 2005 en la declaración inaugural dijimos: “La clandestinidad del aborto no impide su realización, aumenta los riesgos y atenta contra la dignidad de las mujeres y de toda la sociedad. No queremos ni una sola muerte más por abortos clandestinos”. Desde entonces, hace seis años, es asumida y sostenida por una amplia alianza a nivel nacional, que incluye más de 300 organizaciones de todo el país y numerosas personalidades vinculadas al movimiento de mujeres, movimientos sociales, de derechos humanos, académicos y científicos, estudiantiles, campesinos y de educación, trabajadores y desocupados, sindicatos, fábricas recuperadas. Articula acciones comprometidas en la defensa de la integralidad de los derechos humanos, y el derecho al aborto como una causa justa para recuperar la dignidad de las mujeres, cuyo principal objetivo es despenalizar y legalizar el aborto. Nos apoyamos en la integralidad, interdependencia e indivisibilidad de los derechos sexuales y reproductivos como derechos básicos de todas las personas, sólo garantizados por el acceso universal a los servicios públicos que los sostienen.
Nuestro lema –así como nuestro trabajo de años– es integral: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. Esto implica realizar modificaciones legales y en los sistemas de educación, salud y también, por supuesto, profundos cambios culturales. No aceptamos más la hipocresía del ocultamiento fundamentado en una supuesta inmadurez que invalida la posibilidad de lucha, apropiación y cumplimiento de nuestros derechos. Un logro que ya contabilizamos es el reconocimiento de que “la sociedad está madura”: el derecho al aborto es un tema de debate.
En el documento fundante se establece la defensa del derecho al aborto como una causa justa en razón de su contenido democrático y de justicia social, que asegura el goce de los derechos humanos a las mujeres hoy privadas de ellos. Esto exige el mismo grado de garantías del Estado para que se efectivice el derecho al aborto en simultaneidad con los demás derechos humanos: civiles, políticos, culturales, económicos y sociales.
También requiere la plena vigencia de un Estado laico que no imponga reglas desde una teología moral, y que ejecute políticas públicas para habitantes de distintas creencias religiosas, o para quienes no las tienen; que descansa en la soberanía popular y no en un poder emanado de creencias religiosas, que legisla en nombre de dios y de lo supuestamente sagrado.
En 2007 sintetizamos y expusimos nuestros argumentos en un Proyecto de Ley de Interrupción Voluntario del Embarazo donde se establece principalmente la despenalización y legalización del aborto voluntario, es decir por decisión de la mujer hasta las 12 semanas de gestación y fuera de este plazo en casos de violación, cuando está en riesgo la salud o la vida de la mujer y si existieran malformaciones graves (ver http://www.abortolegal.com.ar).
Construimos un fuerte apoyo en un sector de la sociedad y de parte de amplios movimientos sociales y políticos, así mismo en el tratamiento público en algunos medios de comunicación y la adhesión de referentes del arte y la cultura.
En abril de 2010 fue presentado por tercera vez en la Cámara de Diputados ahora con 50 firmas de todos los bloques. El 30 de noviembre por primera vez se convoca a una audiencia desde una comisión, la de Asuntos Penales presidida por el diputado Vega. Fue invitada Marianne Mollman de Human Rights Watch. El 13 de julio participa en una nueva jornada Luz Patricia Mejía, relatora de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA.
Como Campaña, seguimos luchando para lograr el debate y aprobación en el Congreso Nacional de nuestro proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La aplicación efectiva, no judicializada, del Artículo 86, del Código Penal. La efectivización de una Resolución Ministerial que garantice la realización de abortos acorde a la Guía de Atención de Abortos No Punibles en los servicios de salud. La plena vigencia y aplicación de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (Ley 26.150) y de los programas de salud sexual y reproductiva.
* Socióloga. Integrante del Foro por los Derechos Reproductivos y la Campaña Nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Nota escrita para “La Vanguardia” del mes de Agosto de 2011, periódico fundado por Juan B. Justo en 1892. Órgano oficial del Partido Socialista.