lunes, 30 de mayo de 2011

Desde el Socialismo ratificamos el rechazo a un Frente Progresista con De Narváez

Este último sábado 28 de Mayo, se reunió el Comité de Acción Política del Partido Socialista, en el Hotel Bauen de la Ciudad de Buenos Aires. La reunión fue presidida por el Gobernador de la Provincia de Santa Fe, Hermes Binner, y estuvieron presentes Miguel Lifschitz, Mónica Fein, Lucrecia Aranda, Juan Carlos Zabalza, Eduardo Di Pollina, Roy Cortina, Eduardo Cañas, Lisandro Viale y Héctor Pollino, entre otros dirigentes.

Nuevamente desde el socialismo se rechazó la posibilidad de conformar un Frente Progresista con Franciso de Narváez. Además, desde la Mesa Nacional del Partido Socialista se comprometió a “agotar todas las posibilidades” para sellar una alianza electoral con el radicalismo.

A continuación adjuntamos el documento con la posición del Partido Socialista con respecto a las próximas elecciones y al armado de un Frente Progresista sustentable en el tiempo.

El Comité de Acción Política del Partido Socialista, reunido en la Ciudad de Buenos Aires, expresa que:

Es prioritario para el Partido Socialista insistir en la construcción de un Frente Progresista. Como lo venimos sosteniendo desde hace años con nuestra práctica, es posible sumar, reconociendo la diversidad de opiniones, y a la vez respetando la identidad de los diferentes sectores políticos y sociales.

Esa construcción debe basarse en un Programa, que permita sostener diálogos y conseguir consensos, que apunte a la transformación del Estado, a fortalecer las relaciones entre el Estado y la sociedad, sin olvidar que nuestro principal objetivo es contribuir a mejorar la vida de las personas.

Lo que nos une, lo que nos cohesiona, es el programa. El programa brinda confianza a los ciudadanos y les permite controlar la acción de gobierno.

Nuestro programa debe ser algo más que una oposición al liberalismo conservador. Debe plantear no sólo qué hacer, sino también cómo hacerlo. Cómo avanzar hacia una Argentina que recupere el federalismo y el respeto a las autonomías e identidades regionales; con una profunda reforma política para dotar de transparencia al sistema electoral y a la tarea de gobernar; con un Consejo Económico y Social que institucionalice el diálogo con los distintos sectores de la vida nacional; hacia una Nación que destierre definitivamente las prácticas paternalistas y clientelares y garantice los derechos y la ciudadanía.

Como lo estamos haciendo en Santa Fe, el socialismo debe impulsar los valores de solidaridad, participación y transparencia y basar en ellos su acción social y política, con un gobierno cercano a la gente.

En especial, debemos prestar atención a los jóvenes, cada vez más protagonistas de los discursos políticos, pero no de las políticas públicas. Sobre nuestros jóvenes recaen más fuertemente las consecuencias de la exclusión. Por eso, los socialistas valoramos y alentamos la creciente politización y participación social y política de nuestros jóvenes, pero a la vez ponemos de manifiesto la necesidad imperiosa de políticas públicas universales con y desde la juventud.

La maravillosa experiencia de gobierno que hemos hecho en la ciudad de Rosario y en los últimos años en la Provincia de Santa Fe y en distintas localidades, nos demuestra que es posible concretar políticas progresistas. Progresismo es descentralizar el Estado e integrar el territorio. Es propiciar los canales y las transformaciones institucionales necesarias para que se concrete la participación popular a todo nivel. Es garantizar el acceso universal a la salud para toda la población. Progresismo es trabajar por el bienestar docente y jerarquizar su tarea. Es hacer realidad el 82% móvil para nuestros jubilados. Es sostener Comités Mixtos de Salud y Seguridad en el Trabajo. Progresismo es desarrollar nuestra producción a partir de las cadenas de valor y alentar la industrialización cerca de los lugares de producción primaria. Es igualdad de derechos y oportunidades entre varones y mujeres.

Progresismo es hacer posible una justicia accesible, pacificadora y transparente. Es lograr mayor seguridad removiendo las causas que generan violencia y neutralizar sus efectos a través de un sistema policial eficaz. Progresismo es poner en relación a la educación con la producción, a la salud con la cultura, a la obra pública con la inclusión social. Es cultura para todos en todo el territorio. Es proteger el ambiente y promover la convivencia. Es darles el espacio y la palabra a los niños. Progresismo es trabajar por los derechos de los miles de jóvenes que no estudian ni trabajan, condenados a vivir sin posibilidad de construcción de futuro. Son los propios jóvenes participando del gobierno.

Progresismo es defender el derecho de acceso a la información pública. Es hacer realidad el ingreso por concurso a todos los cargos públicos y la carrera administrativa. Es haber implementado de forma confiable la boleta única para terminar con las trampas electorales. Es respetar a las minorías y defender a los pueblos originarios. Es luchar por un régimen impositivo justo. Progresismo es gobernar pensando en las próximas generaciones.

El socialismo se asienta en valores, y esa es una de las mayores fortalezas de una construcción progresista. Buscamos un cambio, pero no en cualquier sentido: un cambio hacia adelante para lograr mayor igualdad, mayor autonomía de las personas e inclusión social.

Por eso el socialismo sostiene - y este aprendizaje es parte de nuestra historia - que las sumas resultan buenas sólo si tienen una coherencia de objetivos y de los métodos utilizados para alcanzarlos.

No descalificamos la forma de pensar de otros sectores políticos, que representan una porción respetable del electorado, pero sabemos que no todos forman parte de un espacio progresista. Nuestro partido debe cumplir un rol positivo en la construcción de un Frente Progresista, tomando como ejemplo lo logrado en Santa Fe y los acuerdos sostenidos en distintas federaciones con la UCR y con otras organizaciones políticas y sociales que comparten estos valores.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Siempre estarás presente Alfredo

Hoy se cumplen 8 años de la muerte del gran compañero Alfredo Bravo. Creemos que los adjetivos y definiciones que podemos mencionar sobre su persona, tanto como militante, dirigente y maestro son varios, pero en este caso nos quedamos con una definición: un luchador por la justicia, la paz y la igualdad.

Alfredo Bravo fue un militante, con todas las letras, que lo diferenció de muchos dirigentes. Su profesión siempre fue la de maestro, pero su pasión por la lucha contra las injusticias lo llevó a ser dirigente sindical, subsecretario de Educación, uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y la CTERA, Diputado y Senador Nacional, y por último Presidente del Partido Socialista. Durante su apasionada vida, Alfredo se dedicó a dar una ardua pelea a favor de la vida y contra todas las formas que representaban la muerte.

A los 17 años se afilió al Partido Socialista, y un año después inició su carrera como Maestro de Grado en una escuela rural. Interrumpida por un año su carrera como docente, por el Servicio Militar Obligatorio, retorno a las aulas en donde sus compañeros docentes les dieron una función clave: ser el corredactor del Estatuto del Docente, esa formidable herramienta legal que consagró los derechos y las obligaciones de los que enseñaban y acabó con los inmorales padrinazgos que hasta entonces hacían falta para ingresar a la docencia y ascender en la carrera profesional.

A fines de los 60, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, Alfredo con un grupo de compañeros docentes logra frenar una reforma educativa que iba en contra de la Educación Pública, logrando así unificar a los gremios docentes. Eso lo llevó, en 1973, a fundar la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), conducida por Alfredo Bravo hasta 1983, en la época más oscura de la historia Argentina. Fue en ese mismo período que Bravo decide fundar, en conjunto con un grupo de dirigentes, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos producto de los asesinatos indiscriminados generados por la Triple A.

Un párrafo aparte se lleva la resistencia activa que llevó adelante, desde el primer día, contra la última dictadura militar en la Argentina. Reclamó en cada una de las comisarías, cuarteles y ministerios, por los hombres y mujeres que desaparecían. Así lo hizo hasta que en septiembre de 1977 le tocó a él ser desaparecido. Un grupo de tareas se lo llevo de la escuela para adultos en la que daba clases. En algún “chupadero” de la provincia de Buenos Aires conoció la tortura de los subordinados de Ramón Camps y de Miguel Etchecolatz. Las presiones internacionales llevaron a que el Gobierno de Facto cambiará la situación de desaparecido a la de detenido. Pasó un año con arresto en una Unidad de La Plata hasta que salió en libertad.

Cuando recobró la libertad, su cuerpo aún tenía las llagas de la tortura, pero su espíritu parecía no tener siquiera un rasguño. Cesanteado de sus cargos como docente, Bravo se convirtió en vendedor de libros y en ese nuevo rol volvió a las escuelas en las que directores y directoras, a sabiendas del riesgo que corrían, le abrían las puertas para que el querido compañero pudiese ganarse la vida.

En 1983, con el retorno de la democracia, el presidente Raúl Alfonsín lo convocó como extrapartidario para ocupar la Subsecretaría para la Actividad Docente. En esa función, Alfredo facilitó el reingreso a la docencia de los cientos de maestros y profesores a los que la dictadura había cesanteado o que habían tenido que dejar sus cargos para marchar al exilio.

En 1987, cuando el Poder Ejecutivo impulsó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, Alfredo Bravo expresó su repudio hacia ambas normas y le entregó su renuncia indeclinable al cargo que ocupaba. Luego, se volvió a la escuela primaria de la que era director. Este último gesto tuvo un significado oculto que merece ser destacado. Al renunciar a la Subsecretaría, Bravo estaba en condiciones de obtener una de las llamadas jubilaciones de privilegio. Como ese beneficio le parecía indigno, decidió eludir la normativa en vigencia, trabajar tres años más como docente y evitar así que le concedieran la suculenta jubilación que obtenían los ex funcionarios.

En 1991, se une al Partido Socialista Democrático y es uno de los que encabeza la Unidad Socialista en donde fue elegido Diputado Nacional con los compañeros Guillermo Estévez Boero y Ricardo Molinas, formando un bloque que peleó contra el menemismo y las reformas neoliberales. Su mandato fue renovado en los años 1995 y 1999. En 2001 fue elegido Senador Nacional pero la mayoría oficialista le despojaría ilegítimamente ese cargo.

Se puede decir que Alfredo conjugo muchos verbos en su vida, pero el principal de todos esos fue UNIR. Unió a los maestros de la República Argentina, unió al socialismo después de 44 años de estériles divisiones. Enseñó que la unidad no se declama, se practica, se concreta en una visión común.

Socialista hasta la médula, su vida fue sinónimo de lucha. Vivió y murió peleando por los derechos humanos, por la justicia, por la libertad, por la igualdad. Fue su socialismo, un socialismo de acción, impregnado de las cosas simples de la vida. Demostró con una actitud coherente, militante, honesta, alejada de pragmatismo, con su generosidad permanente y su solidaridad hacia los más débiles, la profundidad de su conciencia de clase, de humanismo socialista.

Unas cuantas veces, abiertamente y en confianza como era de costumbre, nos dijo que el mayor regalo que había recibido era el de ser candidato a Presidente de la Argentina por el Partido Socialista, fórmula que compartió con el compañero Rubén Giustiniani. Y como era de esperarse, Alfredo la jugó como era su costumbre, a fondo, recorriendo pueblo por pueblo en aquel Dodge amarillo, llevándose la satisfacción de comprobar que tanta gente, aún en los pueblitos más pequeños, más alejados, en Misiones o en Neuquén, se acercaba a decirle: “siga adelante con su lucha, profesor, con su honestidad”. Comprobó que ese prestigio trascendía el resultado mismo de una elección.

Todo eso no fue casualidad, sino que era el reconocimiento a una vida de lucha caracterizada por la búsqueda permanente de la síntesis entre pensamiento y acción. Una vida austera, con profunda coherencia, y sentido ético, al servicio de una Argentina con más igualdad, libertad y justicia social.

domingo, 15 de mayo de 2011

A 25 años de la muerte de Alicia Moreau‏

"Reverdecerá y dará flores el viejo tronco socialista y con él al mismo tiempo florecerá la Nación Argentina en la medida en que el pueblo en su conjunto, la clase trabajadora, nosotras las mujeres sepamos luchar por la democracia por la justicia social, pero también por la paz, paz en la Argentina, paz en el mundo"

Este 12 de Mayo pasado, se cumplieron 25 años de la muerte de la Doctora Alicia Moreau de Justo. Una mujer en cuya actuación el pensamiento y la acción resultan indisociables y se esgrimen con contundencia frente a la realidad política nacional e internacional en cada momento de su centenaria vida.

Nacida en Inglaterra el 11 de octubre de 1885 se dirige a nuestro país, con su familia, a raíz de las cruentas guerras y represiones en que se encontraba la convulsionada Europa en 1890.

Su padre, Armando Moreau, revolucionario francés, que había participado en la Comuna de París en 1871, llegado a Argentina, milita en la organización de los primeros grupos obreros, donde Alicia lo acompaña y comienza a tomar contacto con la realidad que vivían las clases más oprimidas.

Cursa el magisterio en la Escuela Normal Nº 1 de la Avenida Córdoba, donde encontró dos excelentes profesores, Delio Aguilar y Eduardo Holmberg, quienes la pusieron en contacto con el "darwinismo social". A partir de ese momento accedió a un variado y plural mundo de ideas que tenían por denominador común el intento por dar explicación científica a los fenómenos sociales y el propugnar cambios para solucionar las injusticias prevalecientes. Tuvo también como profesor de Instrucción Cívica y Moral a Hipólito Yrigoyen, quien solía facilitarle libros de derecho y la distinguía por sus inquietudes intelectuales.

En 1906 participó del Congreso del Librepensamiento, que tendría enorme impacto en la vida intelectual de entonces y que señalaría su ingreso a la actividad político - social. Expuso una ponencia titulada “La Escuela y la Revolución", que se publicó en el primer número de la Revista Socialista Internacional y en la que sostuvo el triunfo de la razón sobre las supersticiones, cultos y ritos religiosos; y apostó a la escuela científica y libre, como herramienta clave para un nuevo orden social.

En el mismo año fundó el Centro Feminista Argentino y el Comité pro sufragio Femenino, junto a otras mujeres como Sara Justo, Elvira Rawson de Dellepiane y Julieta Lantieri. En el acta de fundación expresan: "El movimiento feminista es un movimiento social organizado con el propósito de reformar la legislación, de abrir carreras, de mejorar las condiciones de trabajo y de hacer desaparecer los prejuicios y las prácticas que impiden a la mujer desenvolver su vida con libertad".

En 1907 se inscribe en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, convirtiéndose en una de las seis primeras mujeres que ingresan y obtiene su título con diploma de honor en 1913, lo que la ubica entre las primeras médicas de Latinoamérica. Se especializa en enfermedades femeninas, única rama en la que podía desempeñarse en un país que no veía con buenos ojos que las mujeres realizaran tareas profesionales.

Paralelamente, con apenas 21 años dicta cursos de divulgación popular junto a Fenia Chertkoff , sobre enfermedades sociales, en tiempos en que la tuberculosis, la sífilis y el alcoholismo hacían estragos en los sectores de menores recursos. Esos cursos se dictaron en la Sociedad Luz, universidad popular fundada por los socialistas a comienzos del siglo pasado.

Ya médica realizó sus prácticas en el Hospital de Clínicas, donde había ingresado por concurso de calificaciones; al tiempo que profundizó estudios de filosofía con el profesor Nicolás Matienzo en la Facultad de Filosofía y Letras, siempre uniendo el pensamiento libre con la acción constructiva.

Durante sus prácticas en el Hospital de Clínicas comprobó que muchas enfermedades tenían su origen en la miseria que sufrían los condenados por un régimen social injusto, denunciando la situación de las mujeres destruidas por la prostitución y las enfermedades. Alicia Moreau había comprendido que si no unía a su tarea de médica, la de la acción política, poco podía hacer para enfrentar el dolor humano.

En 1910 organiza, junto a Cecilia Grierson, la primera médica argentina, el Primer Congreso Feminista Internacional, del que participaron sus pares uruguayas y donde se discutieron temas tan actuales ayer como hoy: igualdad de salario y condiciones laborales, igualdad civil y política, etc. De esa época son sus trabajos: Feminismo e intelectualismo; La escuela laica; La moral de la naturaleza; El aire confinado y la higiene de los trabajadores; El nicotismo en los niños; Congreso Femenino Internacional; El Feminismo en la evolución social.

La educación popular era su pasión. En 1911 impulsa la campaña para fundar una escuela para inmigrantes. Fue parte de la Asociación Pro Educación Laica, que se funda en Morón con el convencimiento de la importancia de la educación en el desarrollo de las personas.

Expuso en una tesis cuestionando la educación pública, sosteniendo que los niños sólo se pertenecen a sí mismos, y que ni los padres, ni la iglesia, ni el estado, tienen derecho a imponerles sus dogmas. Con ese mismo sentido, fundó en 1910 el Ateneo Popular, a fin de promover la educación secundaria y universitaria, fundamentalmente en los sectores populares, funcionando en sindicatos, mutuales y en el Partido Socialista, haciéndose cargo además de la redacción de la Revista Humanidad Nueva.

Desde dicha revista aborda asimismo, temas como la emancipación civil y política de la mujer, otra de sus pasiones. Difunde las ideas de Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin.

En 1918 funda la Unión Feminista Nacional que se proponía ser un medio de concentración de fuerzas feministas, dispersas en el país, con el objetivo de obtener igualdad de derechos para las mujeres; colaboró con la redacción de las leyes de voto femenino, “trata de blancas", reglamentación de trabajo de mujeres y niños, ley de divorcio, jornadas de ocho horas y sábado inglés, entre tantas otras iniciativas que son llevadas al congreso de la mano de los diputados y senadores del Partido Socialista.

Crea el Comité Femenino de Higiene Social cuyo propósito es combatir la trata de personas y la explotación sexual. Se sumaban Alfonsina Storni, Gabriela Loperriere de Coni (PS) (miembro Comité Ejecutivo), Carolina Muzzilli, Julieta Lanteri (Partido Feminista Nacional), Paulina Luisi, de Uruguay, que se suma a la Liga contra la Trata de Blancas, dirigida por Petrona Eyle.

Alfredo Palacios defiende incansablemente la justicia social. Alicia Moreau dirá que Palacios fue el primer diputado que se atrevió a una cosa extraordinaria: la lucha contra la trata de blancas, que destruía miles de mujeres inmigrantes, es especial polacas y rumanas.
En 1920 se afilia al Partido Socialista. Decía por entonces "El conocimiento de lo que es la vida obrera y de lo desguarnecido que estaba entonces el hombre fue lo que me impulsó a ingresar al partido... No existía legislación obrera y el verdadero creador fue Alfredo Palacios (...). Es necesario reconocer, por otra parte, que es el primer partido político que admitió a la mujer en absoluta igualdad de derechos y obligaciones."

En 1922 se casa con Juan B. Justo. Los avances lentos pero continuos se suceden en el Congreso: en 1925 se sanciona la ley 11.317, sobre trabajo de mujeres, y en 1926 la Ley de Derechos Civiles.

En el Partido Socialista ocupó distintos cargos, integró el Comité Ejecutivo Nacional, fue directora de La Vanguardia y candidata a Diputada Nacional. Recorrió el país realizando campaña y organizando grupos de mujeres.

Pacifista incansable, desde las diversas tribunas en las que participó, la Dra. Moreau realiza un análisis profundo de las causas de la guerra y aboga a favor de una posición activa en pos de la Paz, expresando la necesidad de combatir las causas permanentes de la guerra: el aislamiento económico que los hambrea; el nacionalismo, que intoxica mentalmente a los pueblos; la diplomacia secreta, que los envuelve; el armamentismo que los empobrece y los arrastra al conflicto; el endiosamiento de los conductores, que los convierte en dóciles rebaños.

Apelará en sucesivas oportunidades a las mujeres para conseguir la paz en el mundo, particularmente durante las guerras mundiales; así, lo expresa en sendas publicaciones de La Vanguardia, revista de difusión del Partido Socialista: "Todo ha sido inútil" (1939) y "Las Mujeres Socialistas y la Paz" ( 1944).

En esa década, escribe los libros La mujer en la democracia (1945) y El socialismo según la definición de Juan B. Justo (1946).

En 1951, primera oportunidad en que la mujer puede ser elegida (11/11/51), el Partido Socialista la nómina como candidata a diputada nacional por la Capital Federal junto a María Luisa Berrondo. Dirigió el semanario socialista “La Vanguardia" desde 1956 hasta 1962.

Desde la década del '70 y hasta su muerte fue una impulsora incansable de la unidad de las distintas fracciones en que se encontraba disperso el socialismo en Argentina, entendiendo la necesidad de contar con una herramienta política para superar las injusticias de nuestro país, impulsando la Unidad Socialista en 1981, cuya Mesa de Conducción integró desde 1981 hasta su muerte. En este sentido es que en 1985, como parte de un Mensaje a las compañeras de la Reunión Nacional de Mujeres socialistas, sostuvo: "Reverdecerá y dará flores el viejo tronco socialista y con él al mismo tiempo florecerá la Nación Argentina en la medida en que el pueblo en su conjunto, la clase trabajadora, nosotras las mujeres sepamos luchar por la democracia por la justicia social, pero también por la paz, paz en la Argentina, paz en el mundo".

La última dictadura encuentra en Alicia Moreau una férrea luchadora por los derechos humanos. No vaciló, con sus noventa años, en encaminar la lucha por la defensa de los derechos humanos, sumándose a la fundación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos junto a Raúl Alfonsín, Oscar Alende y Alfredo Bravo, entre otros. Incansable, la dictadura instaurada en 1976 no pudo con ella, con sus ideas, con su solidaridad, y su estatura creció aún más. Ella, que luchó contra el militarismo y el clientelismo defendiendo la educación pública y laica, no escatimó esfuerzos para organizarse en defensa de los derechos humanos con los sectores religiosos que no callaron sus voces, como Jaime De Nevares.

Más allá de los desencuentros históricos Alicia Moreau se abrazó con los sectores sindicales sumando esfuerzos para reconquistar la democracia. Su abrazo con la CGT simbolizó el encuentro de las y los argentinos para construir un país más solidario, libre y democrático donde todas las ideas tengan lugar.

Siempre sumó, siempre construyó; desde la trinchera de sus ideas socialistas luchó por una humanidad nueva como se llamó la revista que a los 25 años dirigió. Una humanidad que entendió que debía ser igualitaria, con justicia social, con posibilidad de desarrollo pleno de las capacidades, con integridad moral, con libertad, con democracia, con paz.

Alicia Moreau es una figura que ha trascendido las fronteras partidarias para extenderse al campo social y moral y a todas las fuerzas políticas. Su nombre es automáticamente asociado al socialismo pero casi no existe mujer política que no la invoque como modelo a seguir y no reconozca la trascendencia de su pensamiento y su acción.

Esos dos elementos –pensamiento y acción– son la síntesis de la vida de Alicia Moreau, una usina de ideas creadoras y una constructora de realizaciones.

Periodista, política, médica y organizadora de las primeras expresiones de las luchas de nuestras mujeres, jamás parcializó ninguno de esos campos, a los que armonizó siempre en su lucha integral por una vida mejor.

Alicia Moreau unió lo social con lo político, el feminismo con la militancia, el socialismo con la democracia, la satisfacción de las necesidades con la libertad de pensar, de creer y de crear.

Fue sin dudas una de las mujeres más influyentes del siglo XX en nuestro país, muchas veces olvidada por la historia oficial. Mujer íntegra, que desde joven y a través de la vocación, el estudio, la comprensión del tiempo y el espacio que le tocó vivir, asumió que debía poner sus esfuerzos en la lucha por la igualdad y la solidaridad y que no había sociedad justa posible sin educación y con oprimidos.

Fue una revolucionaria que siempre creyó que los cambios debían realizarse en democracia.

martes, 3 de mayo de 2011

Hasta luego Don Ernesto

"Yo creo que la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza cuentan más."

El sábado pasado a las primeras horas de la mañana nos enterábamos de esta trágica noticia. Y la verdad que no queríamos dejar de no escribirle un par de párrafos en homenaje a una persona que dejo una huella por la literatura y el pensamiento argentino.

Ernesto por sobre todo fue, como diría Aristóteles, “un animal político”. Desde sus inicios militó políticamente, cuando era estudiante participaba en agrupaciones Reformistas (que tomaban las bases de la Reforma Universitaria de 1918) y su tendencia lo llevó a militar en el Comunismo argentino, donde llegó a ser Secretario General de la Federación Juvenil Comunista. Luego de varias disidencias con el gobierno de Stalin en Rusia, decidió alejarse del comunismo y dedicarse de lleno a su profesión donde aporto varios conceptos a lo que hace a la investigación en la Universidad. Posterior a esto, empezó su carrera literaria en donde escribió libros como "El túnel", "Sobre héroes y tumbas", "Abaddón el exterminador", "Uno y el Universo", entre otros muchos ensayos filosóficos y novelas. Recibió numerosos premios, como el "Miguel de Cervantes" en 1983, y algunas de sus novelas fueron traducidas en una gran cantidad de idiomas.

En 1983 presidió la CONADEP en donde se encargo de llevar todos los informes dolorosos de las distintas torturas aplicadas por la última Dictadura Militar, para luego publicar el “Nunca más”, donde redactó el prólogo. Un fragmento de ese relato dice: “únicamente así podremos estar seguros de que nunca más en nuestra patria se repetirán los hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado”. Hoy en día donde seguimos peleando contra los genocidas y reivindicamos los Derechos Humanos en Argentina, le debemos reconocer este aporte y dejar de lado las banderas políticas, o de profanar este texto para poner otro más oficialista.

Sábato fue un luchador a favor de la vida; un militante en contra de todo autoritarismo; una persona, por sobre todo, honrada. Un romántico defensor de la pasión según él. Cuantas veces nos dijo que el progreso tecnológico nada cambia en el corazón del hombre que sigue siendo el mismo. Por todo esto, por sus grandezas y aún en sus errores, le queremos decir gracias. Gracias por haber seguido firme pese a los golpes tremendos que le dio la vida. Gracias por haber elegido la fantasía frente a la ciencia, las palabras frente a los números y las estadísticas, y la libertad frente a la noche.

Podríamos seguir escribiendo hojas y hojas, pero preferimos sintetizarlo en una frase de su propio puño y letra: “solo quienes sean capaces de sostener la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido”.

domingo, 1 de mayo de 2011

A todas y todos los trabajadores, Feliz Día

El primero de Mayo en el día Internacional de los Trabajadores, en el cual recordamos los mártires de Chicago, asesinados producto de la represión. Tampoco podemos dejarnos de acordar aquellas revueltas obreras argentinas como fueron las primeras huelgas de 1898 y el primer paro general de 1902 en donde los obreros exigían condiciones más dignas de trabajo; no podemos dejar de olvidar a los obreros reprimidos y asesinados en la Semana Trágica y, 2 años más tarde en 1921, en la “Patagonia Rebelde”.

El movimiento obrero argentino ha tenido victorias y derrotas a lo largo de su historia. Hoy en día vemos como todo proceso de lucha y reivindicaciones para las y los trabajadores es sistemáticamente parado por el Sindicalismo Burocrático argentino, en donde las “cabezas” de ellos no son nada más, ni nada menos que empresarios como lo es Hugo Moyano en la CGT, usando las herramientas gremiales solo para su beneficio y para el PJ, no convocando a elecciones para la renovación de las autoridades que llevan casi 30 años en este gremio, entre tantas cosas más que podemos escribir.

Entonces viendo esto, nuestro compromiso es seguir trabajando para las y los trabajadores. Hoy en día, no hay mayor reconocimiento a los trabajadores que mantener nuestro firme compromiso en establecer un piso de dignidad y concretar el 82% Móvil; terminar con las zanjas y pozos ciegos en los barrios más postergados y darles cloacas; hacer llegar todos los servicios públicos a todos los barrios: cordón cuneta, gas, agua, pavimento; ayudar a solucionar el problema de viviendas a los sectores populares. También es nuestro compromiso seguir ayudando a las y los jóvenes trabajadores como ya lo hemos hecho con la reducción de la mayoría de edad de 21 a 18 años en donde se daba una paradoja: los jóvenes podíamos ir a una guerra pero no podíamos alquilar una casa para vivir, no podíamos casarnos sin el consentimiento de nuestros padres, no podíamos tener nuestro carnet de conducir para trabajar, no podíamos iniciar nuestro propio negocio, las jóvenes madres que tenían 18 años no podían llevar a sus hijos a atenderse a un hospital sino era con sus abuelos o padres, entre otras tantas cosas. Hay muchos más por seguir trabajando y es nuestro compromiso con los jóvenes: una Residencia Universitaria en donde los jóvenes con menos recursos puedan ir a estudiar carreras terciarias y universitarias; los contratos temporarios en donde se toma a los jóvenes por 2 o 3 meses sin certeza de si siguen trabajando; brindar más oportunidades mediante un plan de Empleo Joven, entre tantas cosas que faltan para las y los jóvenes.

Por eso, nuestro homenaje a todos los y las trabajadoras es comprometernos en mejorar su bienestar, trabajando día a día con ellos. Alfredo Palacios decía "Los Trabajadores Argentinos deben defender sus intereses, pero en igual medida y con mayor firmeza, su libertad para dignificar la vida; solo así la voz de los demagogos despreciables caerá en el vacío, y se reciclarán, históricamente, los derechos esenciales del Hombre". Es por eso que un país que lleve un bienestar a todos sus trabajadores va a empezar a caminar un cierto camino de Justicia e Igualdad para todos sus ciudadanos.