domingo, 5 de septiembre de 2010

A 80 años del Primer Golpe Militar



“…en Latinoamérica, lo verdaderamente normal es la inestabilidad de los sistemas constitucionales y legales y lo verdaderamente anormal es, por el contrario, su estabilidad. Es, efectivamente, normal el funcionamiento defectuoso de la democracia, su falseamiento, su artera utilización por ciertos grupos, su progresivo debilitamiento y el escepticismo de las mayorías acerca de la posibilidad de su subsistencia; y es normal también su derrumbamiento por obra de quienes tengan ocasionalmente, la fuerza necesaria para conseguirlo. Es anormal, por el contrario, que la democracia desarrolle un tipo de vida social que concite una adhesión lo suficientemente vigorosa como para impedir los atentados contra ella.” José Luis Romero en su libro “El drama de la democracia argentina”, editado por el Centro Editor de América Latina.

Un 6 de septiembre en 1930 se iniciaba una de las décadas más negras en la historia argentina tanto en lo político, institucional y para la democracia de nuestro país. El segundo gobierno del radical Hipólito Yrigoyen, quien había gobernado entre 1916-1922 en una de las épocas de más represión, tenía el peor final que puede tener un gobierno elegido por el pueblo; se originaba así la primer dictadura militar. Aquel gobierno del personalista y caudillo radical Yrigoyen, había sufrido la crisis capitalista (conocida como la Gran Depresión mundial) en el año 1929 y, gracias a seguir estos regímenes económicos, no supo entender las necesidades que tenía la Argentina de aquel entonces y sus tendencias socio-económicas; por otro lado, las medidas autoritarias volvieron a aparecer en el sector Yrigoyenista: intervino dos provincias gobernadas por otro sector del radicalismo, el senador Carlos Washington Lencinas fue asesinado a fines de 1929 y un opositor también fue asesinado a principios de 1930. El 2 de marzo se realizaron las elecciones legislativas en donde el radicalismo pagó la mala gestión y los manejos autoritarios: en la Capital Federal se vio la derrota de la UCR donde salió tercera detrás del Partido Socialista Independiente y del Partido Socialista. Todo era negro para Yrigoyen: no tenía dialogo con la oposición, la UCR esta divida y la clase media le había dado la espalda por el mal gobierno que llevaba y por la crisis económica que no había sabido contrarrestar. Así, el 6 de septiembre se producía el primer golpe de estado constitucional de nuestra historia, apoyado por la prensa, la iglesia, el ejército y la oposición conservadora. De esta manera se iniciaba la “Década Infame” la cual se caracterizó por el fraude electoral sistemático, la represión a los opositores, y la corrupción generalizada.

Esta década significó el inicio de cinco de golpe de estado más: 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Los cuatro primeros establecieron dictaduras provisionales en tanto que los dos últimos establecieron dictaduras de tipo permanente según el modelo de Estado burocrático-autoritario. El último impuso una guerra sucia en la línea del terrorismo de Estado, en el que se violaron masivamente los derechos humanos y se produjeron decenas de miles de desaparecidos.

Hoy en día podemos afirmar, hasta un cierto punto, que los Golpes de Estado civiles no volverían a ocurrir. Aunque hay hechos, ocurridos recientemente, como en Honduras en donde ha vuelto a suceder. Pero así nos parezca lejano ese pasado, hay que estar prevenido. Los nuevos Golpes de Estado ya no son institucionales como antes, sino que son Económicos hoy en día. En un mercado cada vez más dinámico en donde el Estado Argentino es preso ya que no quiere salir de esa lógica, derrotar un Gobierno para las grandes corporaciones es muy sencillo. Sí no recordemos el Gobierno de Raúl Alfonsín, es un ejemplo muy práctico.

Nosotros como Jóvenes Socialistas, repudiamos todo acto desestabilizador de cualquier corporación, grupos económicos concentrados, partidos políticos o cualquier otra institución contra cualquier gobierno elegido por el pueblo argentino mediante el sufragio universal. La democracia es un valor más que todas y todos los argentinos tenemos que defender, más aquellos que participamos en una organización política. Como Socialistas defendemos la institucionalidad, ya que sin ella tanto las instituciones y la política pierden la credibilidad que el pueblo tiene sobre estas. La democracia y la institucionalidad se construyen día a día, mediante el esfuerzo de todas y todos. Obviamente que se pueden mejorar, pero siempre y cuando haya consensos y respeto mutuo entre todos, sobre todo tolerancia y que los progresos sean colectivos ya que el beneficio tiene que ser de todas y todos y no de unos pocos. Como mencionaba Alfredo L. Palacios en uno de sus discursos en el Senado de la Nación: “Hay que renovar la democracia dándole estructura ética y carácter social que ensanche el radio de la justicia, despierte los sentimientos colectivos y estimule y permita la ascensión de la personalidad humana”.

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